El 2020, será sin duda recordado por muchos años como el año en que el virus del COVID-19 sacudió el mundo, acabó con la vida de mucha gente, obligó a paralizar la economía para salvar vidas, re-configurando nuestro estilo de vida y la forma de relacionarnos en el día a día.
Hoy, escuchaba decir a alguien: "este año es un año perdido". y en mi opinión personal, yo no lo veo así, el tiempo se pierde sólo cuando lo desperdicias, y tal vez, ya era momento de una pausa obligada para hacernos ver todo el tiempo que hemos dejado pasar sin actuar. Veo este momento como una encrucijada, un momento único, en donde se cruzan varios caminos que llevan a distintas direcciones, y las decisiones que tomemos hoy, y hacia donde viremos nuestra embarcación, será recordada por las generaciones futuras, como el momento en que decidimos re-diseñar el futuro, o seguir caminando a ojos abiertos hacia el precipicio.
La financiación para la recuperación y la ambición climática deben ser una sola hoja de ruta
Aprender la lección significa aprovechar esta crisis con gran resiliencia, visualizándola como una oportunidad para hacer “reset”, dejar de apostar por combustibles fósiles y el modelo económico tradicional o el “business as usual” y comenzar a diseñar un modelo económico sostenible, apalancado en políticas públicas adecuadas, y movilizar en serio las inversiones para la transición y descarbonización de la economía, invirtiendo en infraestructura verde, movilidad sostenible y no motorizada, ciudades inteligentes, paneles solares, tratamiento y reutilización de aguas residuales, economía circular y reciclaje, alimentación y agricultura ecológica y sustentable. Cambiar la ecuación, para que podamos aspirar a cambiar el resultado.
Si, por el contrario, cómo algunos países lo han hecho y desafortunadamente México es uno de ellos, seguimos insistiendo en inversiones relacionadas con el carbón, el petróleo y pensamos en el crecimiento exclusivamente desde la perspectiva económica, estamos condenando a nuestra civilización a un completo desastre climático.
Sabemos que los paquetes económicos para el rescate de las empresas y los grupos más vulnerables movilizaran recursos como nunca antes, y aunque en algunos casos como el de Canadá, estos rescates están promoviendo la sustentabilidad y condicionándose a una recuperación sostenible, aún existe gran división y, por qué no, gran desconfianza, incertidumbre, indiferencia y apatía sobre el camino que debemos tomar para asegurar un futuro sostenible y no dejar a nadie atrás. Debemos entender que salir de la crisis sanitaria y frenar la emergencia climática y salir de la crisis sanitaria van de la mano.
No tiene sentido lograr resolver el problema en el corto plazo si no estamos viendo los retos climáticos que necesitamos para esta década. Es necesaria una profunda transformación de la economía, una economía basada en objetivos climáticos, que busque la inclusión y la justicia que requiere de manera indispensable, las alianzas y la combinación de recursos públicos y privados para poder hacer frente a los compromisos para aumentar la ambición climática y asegurar una transición justa y sostenible.
Un nuevo pacto verde
En este sentido, la Unión Europea, ha definido un presupuesto de recuperación para aumentar la resiliencia y asegurar un “Green New Deal” un presupuesto europeo a largo plazo reforzado para el periodo 2021-2027 de aproximadamente 1,1 billones de euros. También se impulsó la creación de nuevos instrumentos cómo “Next Generation EU” dotado con 750.000 millones de euros, que destinará al presupuesto de la UE una nueva financiación obtenida en los mercados financieros durante el periodo 2021-2024. Este se desplegará en tres pilares: Ayudar a los Estados miembros a recuperarse de manera resiliente y con una transición justa; relanzar la economía y apoyar la inversión privada (incluyendo infraestructura sustentable; innovación, digitalización, apoyo a PYMES, inversión Social e inversión estratégica; aprender de la experiencia de la crisis).
Expertos, economistas y científicos esperaban que la transición verde se aceleraría en la próxima década, el Covid ha llevado este tema al top “of the mind” de decisiones las inversiones, pues los países ya han gastado $11 billones para ayudar a detener el daño económico de COVID-19. Podrían gastar billones más.
Integrar objetivos basados en ciencia en las estrategias de recuperación económica
De acuerdo con el reporte especial: Calentamiento Global de 1.5ºC del IPCC, mencionan que el calentamiento inducido por el hombre alcanzó aproximadamente 1°C (probablemente entre 0.8°C y 1.2°C) por encima de los niveles preindustriales en 2017, aumentando a 0.2°C (probablemente entre 0.1°C y 0.3°C) por década (alta confianza).
Existen múltiples líneas de evidencia de que el cambio climático tiene efectos observables y a menudo severamente negativos en las personas, especialmente cuando las condiciones biofísicas sensibles al clima y las restricciones socioeconómicas y políticas sobre las capacidades de adaptación se combinan para crear vulnerabilidades altas (IPCC, 2012a; 2014a; Banco Mundial, 2013). El carácter y la gravedad de los impactos dependen no solo de los peligros (por ejemplo, los promedios y extremos climáticos cambiados) sino también de la vulnerabilidad (incluidas las sensibilidades y las capacidades de adaptación) de diferentes comunidades y su exposición a las amenazas climáticas. Estos impactos también afectan una variedad de sistemas naturales y humanos, como los ecosistemas terrestres, costeros y marinos y sus servicios; producción de agricultura; infraestructura; el entorno construido salud humana; y otros sistemas socioeconómicos (Rosenzweig et al., 2017).
Para evitar que la temperatura suba más allá de la meta de 1.5 ° C, necesitaríamos reducir las emisiones globales de gases de efecto invernadero 7.6% cada año durante la próxima década, según un informe del Programa de Medio Ambiente de la ONU (PNUMA). Para asegurarnos de no pasar ese umbral, necesitamos reducir las emisiones a la mitad para 2030. Estas metas se pueden alcanzar diseñando objetivos basados en la ciencia climática. Los objetivos basados en la ciencia proporcionan a las empresas una vía claramente definida para un crecimiento a prueba del futuro al especificar cuánto y qué tan rápido necesitan reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero.
Podría ser entendible que el cambio climático haya sido dejado a un lado este año a medida que se desata la pandemia de coronavirus. Pero también es cierto, que este año ha puesto en evidencia los riesgos de la inacción, la falta de prevención, y la poca capacidad de resiliencia que tiene nuestra economía para afrontar crisis de tal envergadura. Así que este puede ser (también) el año esencial para rediseñar la hoja de ruta hacia la descarbonización de la economía, integrando objetivos basados en ciencia.
Caminando hacia la descarbonización. La nueva década es clave para el futuro del clima.
A partir de 2020 se da el banderazo de salida a una etapa en donde el reto será hacer realizada una transición energética justa y sentar las bases para una economía baja en carbono. La Agencia Internacional de Energía (IEA por sus siglas en inglés) solicita una inversión global de $3 billones de dólares en la recuperación de COVID-19. El Plan de Recuperación Sostenible 2021-2023 de la IEA contempla la expansión y modernización de las redes eléctricas permitiría un flujo más fácil de energía renovable. Ofrece una vía en el sector energético para que los gobiernos estimulen el crecimiento económico, creen millones de empleos y reduzcan las emisiones globales en un declive estructural. Los beneficios tangibles del plan son esencialmente: buscar impulsar el crecimiento económico mundial en un promedio de 1.1 puntos porcentuales al año; Ahorrar o crear aproximadamente nueve millones de empleos al año; Reducir las emisiones anuales globales de gases de efecto invernadero relacionadas con la energía en un total de 4.500 millones de toneladas al final del plan.
Algo interesante para señalar es que, a diferencia de otros momentos de la historia, hoy existen grandes presiones sociales y económicas, para impulsar un nuevo pacto verde a nivel global, desde los movimientos como #srikeforclimate o #fridaysforfuture impulsando en su mayoría por las generaciones más jóvenes, hasta la integración y demanda de rendición de cuentas de los criterios ESG en los procesos de inversiones por parte de los principales fondos y capitales a nivel mundial.
Tal es el caso de Blackrock, el mayor fondo de inversión mundial, con una presencia muy destacada en los principales mercados bursátiles, que recientemente ha votado contra de los consejeros y la política de retribución de las 53 empresas no sostenibles y vigila a 191 compañías por no avanzar en su política climática. Hoy más que nunca, la integración de aspectos ESF es indispensable para lograr la confianza de los consejos de alta dirección y la atracción de inversiones.
La estrategia de economía circular uno de los tres pilares claves para la recuperación verde en la próxima década
El presente modelo lineal económico de "extraer, producir, desperdiciar" está llegando ya al límite de su capacidad física. La economía circular es una alternativa que busca redefinir qué es el crecimiento, con énfasis en los benefícios para toda la sociedad.
La fundación Ellen MacArthur, una de las organizaciones a nivel internacional más reconocidas por su investigación y desarrollo de soluciones entorno al tema, menciona que la circularidad implica disociar la actividad económica del consumo de recursos finitos y eliminar los residuos del sistema desde el diseño. Respaldada por una transición a fuentes renovables de energía, el modelo circular crea capital económico, natural y social y se basa en tres principios:
Eliminar residuos y contaminación desde el diseño.
Mantener productos y materiales en uso.
Regenerar sistemas naturales.
Hoy los países están caminando hacia la circularidad dentro de sus estrategias y planes de desarrollo. España ha publicado en meses pasados su estrategia de Estrategia Española de Economía Circular, una estrategia establece unas orientaciones estratégicas a modo de decálogo y se marca una serie de objetivos cuantitativos a alcanzar para el año 2030:
imagen de ecopost.com
La EEEC identifica seis sectores prioritarios de actividad en los que incorporar este reto para una España circular: sector de la construcción, agroalimentario, pesquero y forestal, industrial, bienes de consumo, turismo y textil y confección.
Una recuperación sostenible en México
Estos planes pueden sonar lejanos de nuestra realidad latinoamericana, pero todos podemos pensar global y actuar local. Ese es el verdadero regalo de la digitalización, la tecnología y la democratización del conocimiento. En México también existen esfuerzos por integrar planes de recuperación sostenibles. Actualmente, cómo consejera de sostenibilidad dentro del equipo directivo del ministerio de economía de Jalisco, hemos logrado cristalizar un paquete de incentivos y mecanismos económicos para una recuperación verde en el Estado. Comienzan entonces a sentarse las bases para un nuevo pacto y modelo de economía sustentable, basado en un desempeño de triple impacto y la integración de aspectos sociales, ambientales y de buen gobierno. Este paquete de recuperación económica contempla una inversión histórica de más de mil millones de pesos (mdp) para apoyo mediante programas económicos, con el que se lograrán activar 50 mil empleos, y también se ha integrado rubros de apoyo para generación distribuida, eficiencia energética, tratamiento de aguas residuales, economía circular y manejo de residuos sólidos, fortalecimiento de capacidades en las pymes entorno al desarrollo sostenible y la responsabilidad social, certificaciones sustentables, inversiones con criterios ESG, financiamiento y créditos para la transición a modelos de producción más sostenibles, entre otros.
Redefinir el próposito y rediseñar el modelo de negocio para un futuro sostenible
En nuestra agencia, visualizamos este momento como una oportunidad para rediseñar modelos de negocio mucho más inclusivos, resilientes y sostenibles. Creemos firmemente que las empresas pueden ser utilizadas cómo una fuerza para el bien, usando los recursos económicos y humanos para ofrecer soluciones, productos y servicios que mejoren la calidad de vida de las personas, y aseguren un medio ambiente sano para las presentes y futuras generaciones.
Este 2020, hemos creado el Centro de Desarrollo Sostenible, que busca unir esfuerzos y generar alianzas para diseñar proyectos y soluciones que contribuyan a resolver los retos sociales y ambientales más retadores de nuestra época. La primera iniciativa, es el ESG Management System, una hoja de ruta diseñada para empresas que buscan integrar en un solo marco de gestión, todos los aspectos de sostenibilidad. Este sistema, nos permitirá transformar a profundidad la manera en la que la empresa toma decisiones, opera e impacta, y también, nos permitirá obtener datos y comparativas sectoriales para medir el avance y contribución de las empresas entorno a la agenda de desarrollo sostenible. De igual manera, estamos integrando una ruta para la descarbonización de las operaciones con una ambición basada en objetivos científicos como parte de nuestra intervención.
La metodología está completamente digitalizada y puede ser implementada por cualquier tamaño de empresa en cualquier sector de Latinoamérica. También en este momento estamos realizando la investigación y redacción de nuestro informe 2020: “La década de la acción”, un documento colaborativo que integrará las principales tendencias y 10 claves para aprovechar la única y última oportunidad para rediseñar el futuro. Llegó el momento de impulsar la inteligencia colectiva, para que cualquier empresa pueda sumarse a una transición de una manera justa y accesible.
Hoy, las empresas y los gobiernos están siendo sometidos a un escrutinio de todos los grupos de interés, porque realmente esta pandemia, es un gran catalizador para poder construir un mundo nuevo, lo que hoy decidan los países y las empresas, alineado a lo que demanden y exijan la sociedad como una comunidad global, en los próximos meses, va a determinar lo que sucederá en la tierra durante la próxima década.
Cómo mencioné al inicio, los tomadores de decisiones y nuestra generación, nos encontramos en una encrucijada. Podemos pasar a la historia como la generación que tenía un conocimiento cómo nunca de lo que se avecinaba, teníamos la ruta trazada y no hicimos nada, o, podemos ser recordados como la generación que asumió el compromiso y liderazgo que requería este gran reto y logro cambiar el rumbo de la historia en beneficio de las futuras generaciones.
Es la oportunidad histórica de asumir el compromiso climático. Unamos esfuerzos, recursos y cambiemos el rumbo.
Carolina Zatarain, CEO en Maken Sustainability Agency y Senior Advisor de la Secretaría de Economía en Jalisco
Email: carolina@maken.mx | Twitter: @carozatarainv | Webpage: www.maken.mx
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